Saturday, April 25, 2015

Sobre Cocorí y el racismo mental.

Leer implica una apropiación de lo leído y la recreación de la historia desde nuestra propia naturaleza. El lector nunca es pasivo, se convierte en parte de la lectura.

Leí Cocorí. Edición de la Editorial Costa Rica de 1976. En la página 11, que es cuando inicia la historia, se cuenta que Cocorí se agacha a beber de una pocita de agua y se asombra de ver un negrito igual que él, que hacía sus mismas muecas con sus ojos de porcelana. Una filóloga en los ochentas habría confundido esa escena indicando que se describe cómo Cocorí se asusta de ver una persona negra. Esa lectura sorprende de una filóloga, y mucho. Eso no es lo que dice, dice que Cocorí estaba contento porque andaba en una aventura de recoger leña para el fuego y se había adentrado en la selva, no asustado. Tampoco dice que se asombra por el color, sino porque hay un niño en el agua. Eso dice. Para Cocorí no hay niños de otros colores, es muy inocente.

El uso del diminutivo “negrito” fue razón para que otro autor negro de nuestro país indicara que había una diferenciación por color, que por qué no se llamaba a los demás “blanquitos” y que el diminutivo expresaba algún tipo de lástima o condescendencia. La realidad es que la obra trata de un mundo de negros, personas de color negro, viviendo con la naturaleza, y el diminutivo es para indicar que hablamos de un niño. Es claro que esta es una lectura subjetiva.

En la página 17, Cocorí, al ver al pelirrojo contramaestre del barco que acababa de llegar, grita inocente: “Miren, se le está quemando el pelo”. La inocencia otra vez. Queda claro que Cocorí no conocía a los anglosajones ni sus tonos de piel o pelo. Es un relato de descubrimiento y de comparación con lo que él conoce. En esa misma página, una niña grita “Mamá, mira un monito”. Esa es una de las escenas más criticadas. Muchas personas se han quejado de que por esto el libro llama monos a las personas negras. Pero lo que dice el libro es que la niña se confundió. Es más, el libro dice “Cocorí buscó alrededor. ¿Dónde estaría el mono? No veía ninguno, y entonces se dio cuenta de que hablaban de él… Miró enfurruñado a la niña que lo había insultado, pero el asombro le disipó el mal humor”. Cocorí reconoció el insulto y se sintió molesto. Pero la niña tenía la misma inocencia que él, por eso se había confundido, que es muy distinto a comparar a alguien con un animal adrede.

En la misma página, la niña se da cuenta que es un niño “como yo” y se abalanza sobre él y trata de quitarle el hollín con su dedito. Ella no comprende que ese es el color de la piel. Eso le pareció un insulto a varias otras personas.

¿A qué quiero llegar? Creo que no podemos tapar el sol con un dedo. Creo que es claro que el libro describe inocencia, ingenuidad, en ambos bandos, y creo que el desarrollo en las páginas 18 y demás nos detalla el nacimiento de una amistad entre dos personas de diferente color de piel por medio de un beso, una flor y una promesa. También creo que muchas personas leen desde su propio ser, desde su propio entendimiento. Leen lo que quieren leer y no lo que está escrito. Tienen su derecho. Sin embargo, es claro que su lectura les enoja y enemista con el libro, mientras que otros que leemos otras cosas nos enamoramos de él. ¿Quién tiene la razón? Talvez nadie, pero sí queda claro que el racismo puede que no esté en el libro sino en las mentes de los lectores que tienen en su alma heridas abiertas que tiñen el cristal con el que miran todo.

Ahora, sí, hay historias lamentables. Sí hay matonismo y burla en las escuelas. Algunos al leer el libro, lo toman como base de sus bromas, llamando Cocorí a los niños negros como apodo, o llamándolos “monos” como hizo la niña. La diferencia es que ahí no hay inocencia, sino crueldad y un mal sentido diversión a costa la burla hacia los demás. ¿Es eso culpa del libro? Como he dicho, el lector hace el libro suyo y lo interpreta, usualmente basado en su propia experiencia. Estoy muy seguro de que habrá niños que no ven esas cosas en el libro por como han sido tratados y enseñados. Estoy muy seguro que los que ven en el libro la fuente de burlas y maltrato, no necesitan del libro para ser crueles, porque han sido enseñados a desdeñar a los demás, a denigrar y a burlarse. Es por eso que debemos enfilar nuestro trabajo a erradicar esas lecturas podridas, a educar niños que puedan ver la inocencia y no el racismo, a inculcar el respeto y la capacidad de valorar las costumbres de los demás, su naturaleza y legado. Eso se logra no solo desde el aula, sino también desde el hogar. Ante esto, es cierto que muchas personas odian el libro no por lo que el libro hizo, sino por lo que sus “compañeritos” hicieron utilizando el libro. Creo que Cocorí es una víctima más, no el victimario.

Mucha gente negra odia Cocorí. No se siente identificada, claman a viva voz que así no son los negros, que esa no es su cultura, que es una mala caricatura, extraviada y burda. No soy negro como tampoco lo es autor, y posiblemente no tengo la autoridad para decir cómo es un negro y cómo es su cultura y su legado. Podemos llegar a la conclusión de que el cuento no muestra al pueblo como realmente es. Lo bello de esto es que podemos discutirlo, podemos aclarar y conversar, y si esa conversación es con los jóvenes, habremos logrado valorar la cultura. ¿Es tan difícil?

No busquemos censurar un libro porque hay gente que no sabe leerlo y lo usa para dañar. Busquemos un país donde la inocencia de la niña y el niño de diferente color nos lleve a la amistad eterna, donde podamos leer Cocorí sin que nazca el maltrato, simplemente porque no estamos hechos para eso.

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