Saturday, March 23, 2013

Extracto de Ojos de Mar. Libro Penumbras

Estamos prontos a sacar un nuevo libro con Editorial ClubDeLibros. Esta vez el tema es el terror, pero más orientado a jóvenes. El nombre del libro es "Penumbras" y contiene 17 interesantes cuentos que tratarán de quitarle el sueño, ilustrados por la pluma prodigiosa de Josué Garro.  Nuevamente estaré participando en esta selección con un breve cuento de amor.
¿Qué hace un cuento de amor en medio de un libro de cuentos de terror? Dirán ustedes. Bueno, me defenderé diciendo que no es un amor común. Es de esos que derriban muros, distancias y tiempos. De esos amores a los que les tienes un miedo inicial, que luego arden y huyen, dejándote con la nostalgia de una mirada infantil frente al océano infinito.

Los dejo entonces con esa mirada, tan solo una probada de...


Ojos de Mar
"...
Un domingo me mandaron a comprar una peseta de pan, pero la pulpe de la esquina estaba cerrada. La otra estaba dos cuadras más allá y tenía que pasar yo por el frente de la casa de la bruja, la del palo de grosellas. Claro, un domingo en la mañana no había nadie en la calle. Yo pasé casi corriendo por el frente de la casa embrujada. Fui y compré el pan; llevaba una caña y me dieron de vuelto un cuatro y una peseta, me acuerdo bien. Llevaba la plata en la mano y el pan en la otra. Llegando a la cuadra de la casa de la bruja eché a correr otra vez, ¡y no ve que se me va cayendo el cuatro! Salió rodando y por más que lo perseguí se metió por una rendija del portón grande de madera y siguió para adentro. ¡Se imagina! Y dije: ¡Ahora sí que me apalean! Pero prefería eso a meterme a esa casa. ¿Asomarme? ¡Menos! Así que iba a empezar a correr otra vez, cuando oí una risa, ¡la risa de una niña! Al menos no era de la bruja, pensé. Pero vea usted que yo me quedé como congelado, oyendo esa risa. De repente algo me cayó casi en los pies: ¡Era el cuatro! Alguien lo había tirado desde la casa.
Ahora sí que me quedé frío, con ganas de salir corriendo pero sin poder, cuando volvió a reírse. ¡La risa estaba casi al frente mío! La oía del otro lado del muro, y de fijo alguien me estaba viendo por entre las matas. Entonces, dejó de reír y me habló...
Era la voz de una niña...
Y entonces quise verla y me acerqué al muro. ¡Qué valiente! Diría usted. ¡Qué tonto! Dije yo, pero lo hice. Vea, no me va a creer, casi no pude ver nada por las matas; todo era oscuro y borroso. No le pude ver la cara, pero sí le vi los ojos, unos ojos verdes lindísimos, casi como ver el verde del mar. Y cuando ella movía la cabeza, se le veían colochos, unos colochos machos, pero un macho color grosella madura. "